La crisis de las materias primas es una evidencia a nivel mundial y afecta a todos los territorios por igual. Esa incuestionable realidad ha provocado movimientos inflacionistas en todo el mundo en bienes esenciales como la alimentación o la energía. La FAO advierte sobre el crecimiento de los precios de los alimentos en el mundo mientras Europa y el mundo contienen la respiración ante la escalada de tensión en Ucrania.

El mercado lácteo mundial y europeo en particular han reaccionado ante estas situaciones con subidas de precios tendentes a paliar las pérdidas que estaban provocando en el sector productor. Eso ha llevado a que los gigantes mundiales en la producción lechera (Eu, USA y NZ) estén regístranos precios récord en la leche líquida y, sobre todo, en derivados como la leche en polvo, la mantequilla o el queso.

España, mientras tanto, continúa ofreciendo datos insostenibles. Las pérdidas por litro en las granjas españolas ya superan los 6,9 céntimos por litro mientras las industrias y la distribución se resisten a subir los precios de compra y de venta. La situación en nuestro país lleva años enquistada pero un vistazo al precio que se paga en España con respecto al resto de países europeos nos pone, nada más y nada menos, los cuartos por la cola. No es que antes fuéramos una referencia en el índice de precios lácteos entre nuestros socios europeos pero es que ahora la brecha se está agrandando aún más. Somos el sexto país de Europa donde menos han crecido los precios desde que estallara la crisis de las materias primas a nivel mundial.

Estos datos hacen fácilmente comprensible el vertiginoso descenso de explotaciones en nuestro país. En el extremo contrario se situaría el nivel de entregas. La producción lechera en España comienza a ofrecer síntomas de cansancio después de un verano (2021) y un invierno extraordinarios desde el punto de vista climatológico en la Cornisa Cantábrica. Esa bonanza en el tiempo ha permitido y provocado que las producciones no se redujeran tanto como habría cabido esperar. La sequía en el hemisferio sur y la que ya amenaza a nuestro entorno serán la clave en los próximos meses puesto que la alimentación importada y la producida en las propias explotaciones verá, de nuevo, incrementado su precio y su disponibilidad.

El crecimiento en la tasa de precios en España, por tanto, no sólo tendrá que ser alta sino que tendrá que ser muy superior a la de nuestros vecinos europeos para equilibrar una balanza que de no regularse podría acabar con el sector del vacuno de leche.