Industria láctea y distribución no han aprendido la lección que ellos mismos impartieron al sector durante el segundo semestre de 2022. Si siguen asfixiando a los ganaderos la producción bajará y tendrán que salir al campo a quitarse la leche los unos a los otros porque no hay suficiente como para que sus fábricas sigan funcionando y los lineales de los supermercados estén abastecidos. 

Las industrias han hecho suyo el mensaje de que hay que bajar el precio de la leche porque los ganaderos ahora ganan dinero. Parece mentira que empresas multinacionales sean capaces de entender este argumento como válido en este trimestre en el que sus propias compañías bajan en bolsa ya no por perder dinero sino por, simplemente, reducir sus cuentas de beneficios. 

Ni industria, ni distribución pueden convencer a nadie de que un ganadero tiene que bajar el precio de su producción por el mero hecho de haber dejado de perder cantidades ingentes de dinero como venían haciendo desde hace dos años. En 2020 y 2021 nadie quiso entender que el sector colapsaba porque entonces los beneficios no existían y sólo había un hueco para la venta a pérdidas. 

Cuando los ganaderos decidieron empezar a vender animales para carne porque no podían pagar las facturas la producción se vino abajo. Ese fue el momento en el que industrias y distribución vieron las orejas a un lobo que ellos mismos habían alimentado. Entonces salieron a competir con las billetera llenas porque, afortunadamente, sus cuentas de resultados estaban en positivo. Está claro que vista su actitud actual no han aprendido esa lección que ellos mismos dictaron a la fuerza y que ahora sólo falta por descubrir si la han aprendido los ganaderos. 

Los sorprendidos consumidores vieron cómo en los lineales la leche experimentaba una subida espectacular. Su enfado no es reprochable pero es que lo que tampoco es admisible es que la leche llevara costando 0,59 euros por litro desde hacía 30 años. Tampoco es lógico que en nuestro país la leche ahora cueste 0,94 céntimos mientras la media europea, donde la leche se paga en las granjas igual que en España, sea de 1,51 euros. 

Agaprol OPL tiene la encomienda de la negociación de contratos lácteos y, según reza en la propia Directiva Europa que la regula, también tiene la función de participar en la regulación de la oferta. Esa función reguladora es la que el cortoplacismo de la industria con la anuencia de la distribución obliga impulsar ahora a los ganaderos. 

Reducir el censo y la producción en un 5% aprovechando el buen precio de la carne no hará más que regular un mercado pervertido por la posición de dominio a la que demasiados parecen estar acostumbrados. Esa es la “Operación Chuletón”.