Los ganaderos de este país nos dirigimos a los consumidores porque seguro que ustedes o sus hijos beben leche todos los días. Nosotros llevamos cientos de años haciendo lo mismo; cuidando de nuestras vacas, dándolas de comer, ordeñándolas… para que por la mañana usted pueda tomarse su café con leche o sus hijos su tazón de leche con Cola Cao. Nuestro trabajo no tiene más mérito que el suyo, de eso estamos seguros, pero ¿se puede imaginar un día sin desayuno para usted y sus hijos?

La inflación nos está afectando a todos sin importar si somos ganaderos, electricistas, funcionarios o administrativos. Llegar a fin de mes se ha convertido en una odisea. Nosotros llevamos padeciendo esta situación desde hace mas de dos años porque la subida de los alimentos comenzó mucho antes de la guerra en Ucrania. Desde entonces, alimentar a una vaca se ha encarecido un 48%, la electricidad y el gasoil no hace falta que lo contemos porque cualquier ciudadano lo padece en sus carnes todos los días. 

En estos dos años hemos tenido que cerrar más de 1.500 granjas y hemos perdido 45.000 animales porque no les podíamos dar de comer con el dinero que nos pagan las industrias por nuestra leche. 1.500 familias hemos echado el cierre y 45.000 animales han ido al matadero porque la industria no quiere pagar lo que vale producir leche. 

La industria no quiere pagar más porque Mercadona, Carrefour, Aldi o Lidl no quieren subir el precio en los lineales donde el consumidor hace la compra. Dicho así, podría parecer que hasta les están haciendo un favor a los que cada día tienen la sana costumbre de desayunar un tazón de leche o tomar un café cortado después de una buena comida con uno de esos fantásticos quesos que producimos en estas tierras. 

La realidad es, sin embargo, bien distinta. Las grandes superficies no quieren subir la leche para que a los consumidores les salga más barata, lo que quieren es que sigan yendo a su supermercado y, después de comprar leche por debajo de su precio de coste, vayan a comprar esos otros productos donde si te pegan el hachazo cuando vas a pagar en caja. 

Las industrias y la gran distribución mienten al decir que defienden al consumidor porque ellos saben bien que a este paso nadie va a poder producir leche en España. Las granjas y las industrias tendrán que cerrar. Entonces Juan Roig tendrá que traer leche a Mercadona desde fuera de España y ahí llega donde la matan. Ya lo han hecho con las frutas, las hortalizas y las verduras que traen  del otro lado del mundo porque allí las producen con mano de obra a precio de saldo. Además, cuando hacen eso ya no se acuerdan de esos grandes carteles que ponen en las entradas de las tiendas sobre la “sostenibilidad”, el “kilómetro cero” o la conciencia ecológica. Piensen si traer uvas desde Chile es menos contaminante que esa bolsa por la que, además, te cobran cinco céntimos con la disculpa de no contaminar. 

El engaño de la gran distribución en el caso de la leche es, sin embargo, mucho más sangrante. En esos países en los que exprimen a los agricultores no se produce leche. Imagínense ustedes a las vacas pastando por el desierto del Sáhara. ¿A que no? Pues bien, la única leche que hay para exportar en el mundo se produce en países como Francia, Alemania, Irlanda u Holanda. Todos ellos producen leche, sí, pero muchísimo más cara que aquí. En Alemania, por ejemplo, el litro de leche al ganadero se la pagan a 48 céntimos y en Irlanda a 52 mientras que en España a sólo 40 céntimos. 

Cuando aquí hayamos cerrado todas las ganaderías y no haya leche para vender, los supermercados les dirán a ustedes, consumidores, que la leche tiene que subir porque ni a los alemanes ni a los franceses Mercadona les va a poner la soga al cuello como hacen aquí con nosotros, los ganaderos que vivimos en el medio rural, en la España vaciada o como prefieran ustedes llamarnos. 

Puede sonar raro pero si quieren seguir bebiendo leche a un precio razonable en el futuro exijan ahora que les cobren un poquito más por la leche que cada día ordeñamos 11.000 familias a un paso de sus casas, en el pueblo donde vivieron sus abuelos y donde les gustaría que sus hijos pudieran pasar el verano tomando un gran vaso de leche.