La surgimiento del Coronavirus -COVID-19- en China hace a penas unos meses y su irrupción en Europa durante las últimas semanas ha provocado un terremoto en el comercio internacional. En España las escenas de desabastecimiento en algunos supermercados fruto del nerviosismo de los consumidores ha tenido en los lineales destinados a la leche una de sus imágenes más destacadas con estanterías vacías y carros repletos de paquetes de bricks. .

Las cadenas de distribución de nuestro país han llamado a la tranquilidad a los consumidores garantizando el correcto abastecimiento más allá de situaciones puntuales derivadas de compras masivas puntuales que en ningún caso van a suponer una situación de desabastecimiento en los almacenes.

El comercio internacional, por su parte, se está viendo afectado en tanto en cuanto las restricciones de movimientos son una realidad pero en ninguno de estos casos la producción de los ganaderos españoles y la producción de las industrias asentadas en nuestro país abrían de verse afectadas negativamente.

El país origen de la infección está utilizando las reservas de leche en polvo que atesora desde hace tiempo pero, por el momento, las cifras apuntan a que el consumo interno estaría garantizado. Esta realidad en el mercado interior chino, sin embargo, sí puede provocar movimientos en el mercado internacional a medio y largo plazo puesto que esas reservas habrán de ser repuestas y la demanda china previsiblemente volverá a tirar de los mercados y los precios a nivel internacional.

El momento actual está generando importantes niveles de alarma social -junto a las lógicas y necesarias restricciones impuestas por las autoridades sanitarias- pueden provocar alteraciones en los mercados internacionales pero que, sin duda, volverán a estabilizarse a través de los mecanismos de almacenamiento de leche en polvo y un aumento de la demanda capaz de reequilibrar la situación.

El comercio internacional generalista está sufriendo de una forma directa y dramática esta situación que a todos nos afecta pero, sin duda, la alimentación y los productos lácteos en concreto seguirán siendo una de las prioridades a la hora de proteger su viabilidad por parte de las autoridades nacionales e internacionales.  Ante una situación de crisis como la que vivimos a nivel global el mantenimiento de los canales previstos para la alimentación es y seguirá siendo preferente tanto para los responsables públicos como para el propio consumidor que continuará priorizando algo esencial como es su correcta alimentación frente a la adquisición de otros bienes de consumo.

Crisis a nivel mundial como la que desgraciadamente está tocando vivir en estos días ponen de manifiesto, una vez más, lo vital del trabajo de los productores agrícolas y ganaderos en todo el mundo y el poco reconocimiento que su labor recibe en tiempos de calma.