El año 2023 comenzó con los precios más altos de la historia del sector del vacuno de leche en nuestro país. La  inimaginable barrera de los 600 euros por tonelada se superó a partir del mes de febrero después de que en España se vieran las orejas al lobo con un descenso también histórico de la producción. Esa situación llevó a las industrias a competir realmente por la producción de los ganaderos aumentando los precios incluso durante la primavera. 

A esta situación se llegó después de dos años de precios por debajo de los costes de producción y con tremendas pérdidas para los ganaderos a los que no les quedó otra solución que cerrar o aminorar las entregas. Ese escenario tuvo en la industria láctea y la distribución a los verdaderos protagonistas que una vez pasado el tiempo reconocen no supieron gestionar. Llevaron a los ganaderos a una situación irreversible de quiebra que a posteriori les afectó a ellos también. 

La estabilización del mercado a partir del verano, los bajos precios de los quesos importados de centro y norte de Europa hicieron lo siguiente. La leche comenzaba a “sobrar” y tanto industria como distribución volvieron a rebajar el precio de la leche en el campo. Esta decisión ha provocado que los precios e. Nuestro país hayan descendido a la misma velocidad que subieron y ya son más de 90 euros por tonelada los que se ha vuelto a ajustar el precio de la leche en las explotaciones. 

El año 2024 amenaza con nuevas bajadas para el sector en nuestro país. Algo así sólo serviría para repetir el escenario del último trimestre de 2022. 

Ante el riesgo de volver a perder la rentabilidad alcanzada en las granjas, Agaprol OPL no aceptará nuevas propuestas de bajada de precios ya que considera que ese escenario sólo serviría para volver a desajustar a la cadena alimentaria y a generar perjuicios a todos los eslabones que forman parte de ella. 

En este momento en el que, por primera vez, se ha logrado un nivel de sostenibilidad aceptable una bajada de los precios en el campo no sólo sería perjudicial para los ganaderos sino que también lo sería para industria, distribución y consumidores. 

Las tendencias de los países de nuestro entorno también apuntan en esta dirección y aunque todavía existe un diferencial positivo a favor de la producción nacional, los países europeos y los productores del hemisferio sur dan señales de no poder aguantar más a precios como los vividos este año y las cotizaciones comienzan a subir de forma generalizada. 

Someter al sector a una nueva crisis como la de los años 2021-22 no sólo sería perjudicial en las cuentas de resultados del año 2024 sino que podría llevar al final del sector tal y como lo conocemos.