La nueva reforma de la Ley de la Cadena Alimentaria vuelve a definir un horizonte en el que poner las esperanzas para lograr que las industrias lácteas paguen a los ganaderos por encima de sus costes de producción. 

La adaptación de las normas españolas a las europeas debería evitar la destrucción de valor en la cadena alimentaria y, por tanto, comprometer a distribución y transformadores a aceptar que el precio de la leche se tiene que conformar desde abajo hacia arriba. Sólo así se lograrán evitar las posiciones de dominio que desde los lineales de los supermercados y que los contratos lácteos que tienen que firmar los ganaderos sean verdaderos y no puras estrategias comerciales de unos pocos que se aprovechan del eslabón más débil de la tan manida Cadena Alimentaria. 

La proliferación de leyes en nuestro país, sin embargo, no ha dado hasta la fecha los resultados que los ganaderos podían esperar porque, simplemente, nadie las ha hecho cumplir. El reto de la nueva norma que entrará en vigor el mes que viene no será su correcta redacción sino el grado de cumplimiento de la misma que las diferentes administraciones estén dispuestas a exigir. 

Si el Gobierno, los partidos políticos y los ciudadanos no se dan cuenta de ello la situación será mucho más grave de lo que piensan. En España quedan sólo 11.000 ganaderos de vacuno de leche que están atravesando una situación terrorífica pero no serán los únicos damnificados de la inacción de las administraciones públicas y de la indiferencia social. 

La situación es tan grave que los cierres de granjas se multiplican y llegará un momento en que el crecimiento de las explotaciones que queden en pie no será suficiente para ofrecer leche a las industrias que la transforman. Esas mismas industrias que no quieren subir el precio de compra a los ganaderos y que no exigen a la distribución un precio real por el producto también se verán abocadas al cierre. 

Las grandes multinacionales traerán leche de otros lugares pero la traerán transformada o es que a caso ¿alguien piensa que la leche vendrá en cisternas para después transformarla aquí? 

Los consumidores entonces serán conscientes de lo que hay que pagar por beber leche y el Gobierno entenderá que si hay carestía de productos lácteos en los supermercados y la inflación se dispara es porque sabiendo lo que ocurría no ha hecho nada por evitarlo.