Tirar de refranero en la situación actual es sencillo y el dicho “no hay más ciego que el que no quiere ver” parece que ni pintado para describir al sector lácteo. Eso es lo que parece que desde FeNIL se intenta trasladar a la sociedad y a las industrias en nuestro país. Mientras hablan de falta de competitividad las transformadoras presentan cuentas de resultados no sólo con facturaciones históricas sino con beneficios de récord. 

Ante la legítima ambición de que todos los que trabajan tienen no sólo que ganar dinero sino que pueden aspirar a ganar “un poco más” cabría preguntarse qué es lo que deben entender los ganaderos de este país cuando ven que mientras los beneficios de unos aumentan esos mismos pretenden diezmar los suyos. No tiene sentido que la industria pretenda convertir el sector en un erial cegada por un argumento tan insólito como el de la comparación con el resto de países europeos. En primer lugar, ese diferencial que ahora parece el santo Grial nunca sirvió ni a la FeNIL ni a la distribución para marcar precios en España pero es que ahora que si lo consideran se olvidan de lo que esos precios están suponiendo para países productores de referencia como Francia. Allí, es cierto, los precios, son más bajos aún que en España pero es que eso mismo está provocando el desmantelamiento del sector a marchas forzadas. Alguien debe pretender que nos parezcamos a Francia en el precio pero se olvidan del drama que eso mismo está suponiendo para su sector lácteo

Francia, Alemania, los quesos, los chinos, la inflación y la cesta de la compra…. Todo esto es cierto pero lo es también que en nuestro país hay 700 ganaderos menos que hace un año y, por si esto fuera poco, el número de vacas en ordeño se ha reducido un 1,9% en un sólo año. 

Que la leche en Europa es más barata, que la producción por animal subirá, que China está impulsando macrogranjas y todo el argumentario publicitado durante las últimas semanas por la todopoderosa industria es cierto pero sólo hasta cierto punto porque matizaciones a todo ello siempre se pueden e, incluso, se deben hacer. En cualquier caso y dando por bueno todo ello no es menos cierto que el sector en nuestro país desaparece. Si alguien no ve eso es porque no quiere ver. 

España ha sido, es y será un país deficitario en cuanto a producción láctea se refiere. Los precios en los lineales, por su parte, también han sido, son y parece ser que seguirán siendo una ofensa al sentido común y es que, aunque a nadie le guste reconocerlo, comer cuesta dinero porque producir cuesta mucho. 

La industria se cargará de razones en reportajes, spots de televisión y entrevistas pero si no quieren ver lo que está pasando pronto se quedarán solos haciendo publicidad de bebidas vegetales y acordándose de todo el dinero que ganaron con la leche.