La falta de responsabilidad y el cortoplacismo de las industrias lácteas está poniendo en serio peligro el futuro del sector lácteo. Un sector que sin necesidad de presiones externas está llevando a cabo una de las reestructuraciones más importantes de su historia no sólo por el descenso del número de explotaciones sino por su adecuación a los parámetros de calidad que nos ha exigido Europa a la hora de producir. Explotaciones modernas y, sobre todo, competitivas que incluso mejoran las condiciones existentes en países tradicionalmente considerados como ejemplos en la producción láctea.
El sector lácteo nacional está perdiendo producción -así lo constatan las propias estadísticas del Ministerio- pero las industrias han compensado esa pérdida con lo que no deja de ser una situación excepcional de bajadas de precios en los países tradicionalmente exportadores de productos lácteos.
Esa situación de sobreoferta externa se analiza exclusivamente desde la óptica de la cuenta de resultados de el ejercicio en vigor sin tener en cuenta la necesidad incuestionable de la sostenibilidad. Acuerdos a medio plazo -como ya intuía la propia norma que regula la contratación- no conllevan una constricción de la capacidad de negociación o de adecuación de los precios a la situación de mercado. Las posibilidades de acuerdo son muchas pero necesitan de la implicación de todas las partes en el proceso. No se trata de establecer precios cerrados ni acuerdos excluyentes sino de hacer convivir la libertad del mercado con la realidad del sector. Evitar movimientos especulativos en ambas direcciones que permitan proteger desde dentro y desde la responsabilidad un patrimonio productivo que cada vez que se resiente lo hace para siempre dada la dificultad existentes para reponer ese deterioro.
Se trata de garantizar la seguridad alimentaria desde un punto de vista económico pero también medioambiental, de bienestar animal y de salud pública aprovechando los excelentes recursos existentes.
La vuelta a niveles de precios internacionales sostenibles como indican los mercados internacionales y los analistas del sector puede ser una gran oportunidad para encarar esta necesidad o, por el contrario, puede convertirse en el reinicio de movimientos especulativos que a la larga nunca son positivos para ninguno de los eslabones de la cadena alimentaria. En manos de todos está garantizar el aprovisionamiento alimentario de los ciudadanos y la supervivencia de quienes lo hacen posible día a día.