A nadie se le escapa que cada vez más vivimos en un mercado globalizado. Claro ejemplo de ello son las tensiones a la baja que estos meses está sufriendo el sector lácteo de nuestro país por los bajos precios que se está pagando por la leche en el centro y norte de Europa. Con los franceses produciendo a 43 céntimos y los alemanes y daneses a poco menos de 45 es difícil frenar la entrada de cisternas y, sobre todo, de quesos baratos de esos países en nuestro mercado. 

La falta de ímpetu de las importaciones chinas también nos afecta y aunque el gigante asiático esté muy lejos que su ansia de productos lácteos se haya visto frenada en los últimos meses hace que las exportaciones europeas al gigante asiático se deriven hacia mercados también deficitarios como el nuestro. 

Asumiendo que todo lo anterior es cierto y que la ley de la oferta y la demanda es arrolladora nuestro país parece más que una isla un islote en medio de todo este maremagnum de ofertas y demandas cruzadas. 

La leche en Europa ahora está más barata y eso está provocando que los precios aquí se estén viendo fuertemente presionados a la baja. Otra cosa bien distinta y que parece que ninguna industria, gobierno, distribución o consumidor quiere recordar es que los alemanes y los franceses que ahora venden la leche entre siete y diez céntimos más barata que nosotros desde hace décadas tienen la sana costumbre de vender su producción entre4 y 6 céntimos más cara que nosotros. De hecho, Dinamarca o Irlanda superaron con creces el año pasado los 65 céntimos por litro de leche. Entonces nadie quería mirar a Europa y se afirmaba sin rubor que allí las cosas son distintas. En España levamos seis meses por encima de la media Europea y parece que el sector llevara años aprovechándose de nuestra condición de país deficitario.

Por si todo lo relativo al pasado fuera poco ahora las cosas parece que comienzan a virar en Europa y en China. Los grandes países exportadores de la UE comienzan a resentir su producción en primer lugar por su acusada temporalidad pero también y sobre todo porque por muy alemán que seas a 44 céntimos es muy difícil producir leche. China, por su parte, ya ha dado señales de recuperación en su demanda en el mes de mayo y todos los analistas internacionales coinciden en que el gigante asiático está despertando de su larga siesta. 

Las industrias españoles, sin embargo, siguen mirando el panel de la UE para justificar sus propuestas de bajadas de precios aún a sabiendas de que a partir de septiembre nuestro consumo se disparará y la producción europea caerá tanto como subirán sus precios. 

Mirar a Europa está muy bien pero sería muy sano mirar con un poco más de perspectiva o, al menos, no ser tan cínicos de mirar sólo cuando les conviene a los de siempre.