Las industrias lácteas fían estos días el futuro de la negociación de los contratos lácteos al previsible y habitual ascenso de producción derivado de la estacionalidad. La primavera es, por tanto, el momento que los compradores de leche ansían para poder desembarazarse de la presión que supone para las fábricas el aumento de la producción. 

Un análisis superficial haría pensar que, efectivamente, a partir del mes de abril las vacas recobrarán los niveles a los que nos tienen acostumbrados y que en algunos casos pueden llegar a ser realmente significativos en el cómputo general. Ese aumento propio de la bonanza climática, sin embargo, tiene en el presente ejercicio “medidas correctoras” que habrían de ser tomadas muy en cuenta. 

La reducción de la cabaña ganadera es una obviedad pero la industria da por hecho que la producción de las más de 70.000 vacas que han desaparecido durante los últimos cinco años será compensada con la mejora genética, la optimización en el manejo y la entrada de las miles de novillas que están abocadas a producir a lo largo del próximo año y medio. 

Los datos oficiales del ministerio de Agricultura, sin embargo, apuntan un dato revelador que jugará un papel trascendente durante las próximas semanas en las que se comenzarán a negociar, de nuevo, los contratos lácteos de buena parte de los productores de la zona norte. 

La entrada de novillas en la fase de producción ha provocado un importante descenso del 0,6% de los animales en tan sólo un mes. Esa cifra debería haberse traducido inmediatamente en el número de vacas productivas pero es ahí donde surge la sorpresa. El sacrificio de animales sigue siendo tan alto que ni con la entrada de nuevas novillas a la producción se ha conseguido recuperar el censo que prácticamente ha repetido la misma cifra que el mes anterior. 

Si esa es la respuesta ante una situación indudablemente mejor que la vivida durante los dos últimos años, la progresión de la producción es una incógnita a la que se le empieza a poner, de nuevo nombre en forma de bajada de producción. 

Los problemas de fertilidad generados por el estrés térmico del último verano no harán más que complicar aún mas esta situación pues la reposición será harto complicada. 

El sector ha dicho basta a propuestas de precio irracionales y ya no es una cuestión de levantar la voz sino que los ganaderos están llevando sus vacas al matadero y eso no es ningún farol por mucho que algunos lo quieran interpretar así.