El año 2024 comenzaba con una negociación de los precios de la leche en España que hacía temer lo peor. Las industrias afinaban su hoja de ruta para preparar un escenario inasumible para los ganaderos de vacuno de leche. Costes de producción, nivel de entregas, consumo y hasta el tan de moda diferencial con nuestros colegas europeos decían que era imposible mantener los precios en nuestro país en el nivel de diciembre de 2023 y que había que bajar de nuevo, al menos, otro céntimo. 

Las estadísticas, la negociación y, ante todo, el sentido común parecen, sin embargo, haberse impuesto y, aunque lejos de subir, las industrias lácteas finalmente han establecido una repetición de precios que sabe a poco pero que tenía tintes de haber sido mucho peor. 

Una vez superado el mes de marzo y entrando de lleno en la primavera habrá que negociar de nuevo buena parte de los contratos ahora cerrados. Ese momento de subida estacional de la producción en nuestro país y en el reto de Europa será el momento clave para determinar si realmente estamos ante una estabilización de los precios en el vacuno de leche o todo esto sólo es un espejismo. 

Las industrias lácteas continúan con su vista puesta en bajar de los 50 céntimos por litro y son conscientes de que la única forma de conseguirlo es que sobre leche en las granjas para que todo el mundo tenga que rogar para que le recojan la suya al precio que sea. 

El escenario para la próxima primavera, por tanto, será de máxima tensión puesto que a los costes de producción se sumarán los infinitos condicionales de la nueva PAC, las nuevas normativas en materia de sanidad y bienestar animal que hasta la fecha nadie parece contar como un coste más y, muy elevado, por cierto, de la producción en las explotaciones lecheras. 

La primavera será, por tanto, la piedra angular a la que tanto industrias como ganaderos llegarán, de nuevo, con la respiración contenida para ver qué sucede. 

El consumo parece estabilizarse y los precios internacionales aumentan, China podría abrir sus almacenes para recuperar todo lo gastado y en Europa parece que la rebelión de agricultores y ganaderos empieza a preocupar no sólo a los ganaderos sino también a los gobiernos y, en definitiva, a Bruselas mientras se prepara para un nuevo periodo electoral. 

La primavera se presenta caliente y la única forma de templar los ánimos será teniendo la cabeza fría y controlando la producción en nuestro país. Hacer crecer las entregas podría poner fin a todo lo anterior porque aunque se tenga razón si en abril y mayo sobra leche dará igual tener razón que no, la amenaza de bajada está ahí y a nadie se le debiera olvidar.