El escenario dibujado por la crisis del Coronavirus en las cadenas de distribución españolas ha abierto la denominada como “guerra de los supermercados” en la que todas las cadenas de distribución se verán inmersas de uno u otro modo. La pérdida de cuota de mercado por parte de algunas distribuidoras provocará una pugna directa entre aquellos establecimientos que encajaron mejor las medidas restrictivas derivadas del confinamiento por el coronavirus y las que no lo pudieron hacer. 

La tensión por recuperar clientes establece varios campos de acción pero tiene en la lucha de precios el caballo de batalla más importante para los proveedores de las grandes cadenas de distribución que ven cómo sus márgenes vuelven a reducirse para que se puedan ofrecer aún mayores descuentos en los lineales de los supermercados. 

La leche es, sin duda, una de esas referencias que siempre entran en competencia cuando se trata de productos reclamo en las estanterías de las tiendas. Ese es el gran riesgo que corren los ganaderos españoles ante la legítima pugna por el mercado que las cadenas de distribución ya han puesto en marcha. Los precios bajarán en los lineales pero se pretende que sean los ganaderos los que la carguen sobre sus espaldas con el pago del descuento. Esto es todavía más claro si se tiene en cuenta el poder omnímodo que algunos distribuidores tienen sobre el sector lácteo con marcas blancas capaces de aglutinar un porcentaje mayoritario de la producción láctea española y la capacidad para tirar los precios a la baja que eso lleva aparejado. 

En Alemania, mientras tanto, los supermercados han decidido hacer caso a las peticiones de los productores de carne de cerdo que a partir de ahora recibirán por parte de Lidl un euro más por kilo. Esta decisión, que será secundada también por Rewe y otros distribuidores germanos, pretende compensar las pérdidas provocadas por la pandemia a los porcicultores alemanes, incrementando el precio en los lineales de modo que se traslade directamente esa misma cantidad al precio que cada productos recibe por un kilo de carne. 

La leche no puede volver a ser la moneda de cambio a la hora de presentar batalla por las cuotas de mercado de terceros. Los ganaderos españoles han visto cómo las mismas cadenas de distribución han presionado a la baja los precios de la leche en nuestro país mientras el precio de la alimentación para el ganado subía un 20% y sigue sin pagarse a los ganaderos por encima de sus costes de producción

Si en España se demanda más leche, se produce más y los precios del exterior son superiores la lógica sería que por la ley de la oferta y la demanda subiera el precio para los productores, pero cuando estos no tienen poder sobre sus productos y todo depende de la última palabra de la distribución la situación es inaceptable.