El sector del vacuno de leche vive estos días un momento especialmente intenso. La negociación de los contratos lácteos para el último trimestre del año ha llevado a las industrias a garantizar precios hasta ahora nunca imaginados para el sector. La decisión, no obstante, se corresponde a dos elementos centrales como son la subida de los costes de producción y la escasez de leche. Esta situación podría llevar a las industrias lácteas a no tener materia prima para transformar y a los supermercados a pasar por el trago de ver sus lineales desabastecidos.
Ha hecho falta que la situación haya llegado a estos extremos para que industria y distribución se hayan dado cuenta de las dramáticas consecuencias que su “banalización” del precio de la leche podía acarrear a todos los eslabones de la cadena y no sólo a los ganaderos como hasta ahora.
El precio en las explotaciones ha subido ylo ha hecho de acuerdo con la subida de los costes de producción y todos parecen comenzar a entender que pagar 60 céntimos por un litro de leche. Esto no es un movimiento especulativo sino una respuesta responsable ante la tozuda realidad. Esa decisión ha tenido una respuesta directa en los lineales de los supermercados y las grandes superficies y -como cabía de esperar- han subido el PVP de la leche de marca blanca hasta los 85 céntimos el litro sin que haya habido una revolución. No es que la leche ahora esté cara, es que antes la leche estaba insultantemente barata.
Lo anterior define un tablero de juego diferente en el que todos los actores del proceso deben demostrar su grado de responsabilidad.
La distribución habrá de seguir compitiendo entre si para ser más rentable pero no a costa de poner tope a las industrias lácteas. Éstas, a su vez, deberán entender que sus problemas DE rentabilidad se solucionan negociando con sus compradores y no ahogando a los ganaderos de los que se proveen. Los ganaderos, por su parte, deben reconocerse capaces y capacitados para influir en los procesos de negociación y olvidar el “esto es lo que hay”. La concentración de la oferta a través de la negociación de las Organizaciones de Productores como Agaprol ha demostrado su eficacia.
El camino será largo y seguirán cerrando explotaciones lecheras por falta de relevo generacional y por la falta de reconocimiento social e institucional a los trabajadores del campo. Mientras ese reconocimiento llega y llegará si queremos seguir comiendo, los ganaderos tienen que dejar de ser los paganos de esa leche que llega a los lineales a precios irrisorios para que todo el mundo esté contento excepto los que la producen cada día.