La iniciativa aceptada a trámite por la Unión Europea para retirar todas las ayudas a la ganadería pudiera entenderse como una simple treta legal para poner en entredicho la ganadería tradicional. El tiempo dirá cuánto de viable hay en la propuesta que analizarán los técnicos en Bruselas pero de lo que no cabe duda es de que el sector primario tal y como lo entendemos hoy tiene serios y peligrosos enemigos. 

La iniciativa probablemente no tenga mayor recorrido pero deja claro que los intereses de esa gran industria que pretende producir leche sin vacas y carne en los laboratorios se está abriendo un hueco cada vez mayor en la opinión pública. 

Una lluvia fina cae sobre el oficio de ganadero y de agricultor y ya no se habla de los beneficios de las bebidas vegetales sino de la erradicación del modelo. La iniciativa, no en balde, se denomina “Sacrificio cero”. Esta es sólo una mas de las campañas de desinformación y manipulación que presentan sin ambages a los ganaderos como una especie de maltratadores profesionales que “profanan” los derechos de los animales. 

La dignidad de los animales de la cabaña bovina está fuera de toda duda puesto que los estándares de bienestar animal rozan ya el exceso y, de hecho, pronto se utilizarán para arrebatar a los animales su verdadera dignidad. Los ganaderos no pondrán botas y chubasqueros a las vacas como otros lo hacen con los perros y los gatos encerrados en pisos de 70 metros cuadrados. Los ganaderos tampoco arrebatarán a sus animales la dignidad de ser base de la cadena alimentaria y cumplir su función dentro del sistema trófico. 

Lo grave es que las administraciones -en este caos la UE- y los medios de comunicación se están haciendo permeables a una serie de procesos de desinformación interesada por parte de industrias y grupos de presión. Los ciudadanos en primer término como consumidores y en segundo como seres humanos están siendo bombardeados con mensajes de esta índole que, paradójicamente y al unísono, castigan a los ganaderos y agricultores tanto como benefician a las multinacionales que están tras la difusión de estos mensajes. 

La opinión pública, con las administraciones y los medios de comunicación a la cabeza, han de reflexionar seriamente sobre lo que nos están  “vendiendo”. Todos hemos de pensar si lo que proponen es el final de una práctica inaceptable -como pretenden presentar a la ganadería- o el inicio de una nueva dictadura en forma de control alimentario basado en una tecnología que dejará en manos de unas pocas empresas la capacidad de alimentar al mundo.