Si alguien piensa que sólo con un mejor precio por la leche en las granjas se va a acabar con el problema del relevo generacional en nuestro país. Lo anterior es tan cierto como que si a las dificultades propias del sector se le suma la falta de rentabilidad la cosa irá a peor y tendremos la oportunidad de comprobarlo más pronto que tarde. 

Más del 50% de los ganaderos de este país tiene en estos momentos más de 55 años, lo que supone que en una década la mitad de las explotaciones no tendrá quién las dirija. 

Todos los eslabones de la cadena pueden abstraerse y pensar que eso es algo inevitable y que, además, no es responsabilidad suya. En cierto modo tienen razón y la responsabilidad no es sólo de unas industrias que no quieren pagar mas para hacer más atractivo o menos temible el trabajo en el campo. Tampoco es cosa de la distribución que busca mejores precios para sus cuentas de resultados y sus consumidores. Apurando tampoco sería cosa de estos últimos que probablemente ya tienen bastante que hacer con llegar a fin de mes. Por último, las administraciones públicas tienen que enfrentarse a decenas de problemas como el del vacuno de leche en cientos de sectores afectados por este nuevo modo de vida que nos ha tocado en suerte. 

Una vez aclarado que nadie tiene la culpa de todo tampoco estaría de más recordar que todos tenemos una pequeña parte de la solución. Problemas hay, desgraciadamente, en muchos sectores pero no olvidemos que hay unos cuantos de esos en los que se decide algo tan básico como nuestra alimentación y lo que eso supone en nuestra calidad y nuestro modo de vida. 

Dejar de tener leche a precios razonables y asequibles para todos debiera de ser una prioridad porque eso es parte de nuestra forma de ser. 

No todo es dinero pero sin él es seguro que los casi 5.000 ganaderos que se jubilarán en los próximos diez años no podrán convencer a sus hijos de que lo que sus familias llevan haciendo desde hace muchas generaciones realmente no merece la pena. 

El 0,7% de los ganaderos que tiene menos de 25 años no sólo deberían ser mejor remunerados sino que, además, deberían ser dignificados y reconocidos. Los ganaderos necesitan mejores precios por su producción pero también, y mucho mas de lo que la gente piensa, necesitan reconocimiento a su labor porque de ella nos beneficiamos todos.