
OBSERVATORIO Mayo: La clave está en la producción
El diferencial de precios entre España y Europa se mantiene alto. Si bien, en el mes de marzo los ganaderos españoles ya han empezado a sufrir el brusco descenso de precios en sus contratos impuestos por las industrias lácteas. Los 74 euros por tonelada que los ganaderos españoles cobraron por encima de sus colegas europeos se verá drásticamente reducido durante los meses de mayo, junio y julio.
La referencia de la media europea vuelve a ser la trampa utilizada en la negociación para determinar un nivel de bajadas en los precios que no se corresponde ni con los datos de los costes de producción ni con la realidad de un mercado que tiene muchas posibilidades de ver reducida su producción de forma sustancial de cara al otoño.
El precio en Europa no debería de ser la clave exclusiva de la negociación en España puesto que las circunstancias de los potenciales países desde los que importar leche no son las mismas que afectan a nuestro mercado interno. De hecho, la industria nunca tuvo en cuenta esa referencia cuando los precios europeos estaban muy por encima de los españoles.
El coste derivado del transporte difumina en cierto modo ese diferencial pero es que, además, la condición de país importador de productos lácteos sitúa a España en una tesitura totalmente diferente a la vivida entre los grandes productores y exportadores europeos como Alemania, Holanda o Países Bajos.
La clave, de nuevo, estará en el nivel de producción que el sector primario del país establezca a partir de ahora. Si los ganaderos han ido reduciendo su producción pese a los precios récord registrados en España durante el primer trimestre de 2023 y la recta final de 2022 la previsión de caída en la producción vinculada al descenso de precios puede poner en riesgo el abastecimiento no ya de los lineales de los supermercados sino de las plantas industriales españolas.
Aún así el mes de abril y mayo se prevén extraordinarios en producción. Las condiciones climatológicas han provocado un fuerte aumento de la producción en las granjas que, además, habían aumentado su capacidad de producción al calor de la rentabilidad obtenida durante el primer trimestre.
Los precios de la soja y el maíz también han tendido a la baja desde el comienzo del año. En ese escenario y aunque todavía no se ha repercutido al cien por cien la bajada en los precios la bajada de precios podría parecer justificada. El foco para esta campaña, sin embargo, no estará en el pienso sino en la disminución de la oferta de paja y forrajes. La situación en España vuelve a ser diferente a la de sus países vecinos. La tensión hídrica derivada de la fuerte sequía afectará mucho más a la península Ibérica que al resto de Europa. Esa realidad condicionará más si cabe la capacidad de nuestros ganaderos par alimentar a sus animales. Lo forrajes y la paja no se pueden traer de otros países como se hace con el maíz y la soja.
Mientras tanto el número de explotaciones continúa en caída libre y en España ya sólo quedan 10.479 granjas en activo. Esta situación está provocada por la falta de relevo generacional y la falta de previsiones de rentabilidad. Tradicionalmente los animales que dejaban de producir en una graja se trasladaban a otras vecinas. Ahora, las limitaciones obligatorias en el tamaño de las explotaciones pone en jaque la capacidad para mantener la producción que hasta ahora se venía registrando.
El sentido común de todos los eslabones de la cadena y la vigilancia del Gobierno a la hora de hacerla cumplir volverán a ser las claves en un sector que se juega la pervivencia del sector primario, la disponibilidad de materias primas para transformar en el sector industrial y los precios a los que los consumidores tendrán que comprar productos lácteos procedentes de explotaciones a miles de kilómetros de nuestro territorio.
