Los precios de le leche en el mundo siguen subiendo, los precios de la leche en Europa siguen subiendo y España es un país deficitario. ¿Qué más hace falta para que los ganaderos reciban por su producción lo que les cuesta producirla?

La normativa europea respalda a los ganaderos, la normativa española también lo hace y desde hace unos meses todavía más. Los criterios de carácter legal, sin embargo, tampoco parecen hacer mella en las industrias que siguen imponiendo unos precios de compra que han llevado al cierre a cientos de explotaciones durante el último año. 

Los próximos meses -si no cambian las cosas- serán los del descenso en las entregas después de un verano extraordinario desde el punto de vista de la producción. Cuando las granjas hayan cerrado sus puertas y las vacas produzcan menos leche, entonces las industrias, la distribución y, sobre todo, la Administración se darán cuenta de lo que han provocado. 

Ahora dicen que no pueden ir contra el precio de los lineales porque los consumidores sólo se preocupan de pagar menos. Tampoco se puede ir contra las todopoderosas cadenas de supermercados porque generan muchísimo empleo. Sobra decir que tampoco irán contra las industrias lácteas que adoptan estas posturas porque generan riqueza, valor añadido y, de nuevo empleo, mucho empleo. 

Cuando no quede leche en España y por mucho que paguen por ella siga sin haber la suficiente habrá que recurrir a quienes sí la producen en el norte de Europa o en la vecina Francia. Entonces la leche habrá que comprarla a 38 céntimos el litro que es lo que pagan allí. Lo que parece que nadie piensa es que los alemanes nos enviarán los quesos ya elaborados y posiblemente los brick en grandes containers porque, no se engañen, nadie va a traer leche cruda desde Holanda. Entonces tendrán que cerrar las industrias lácteas que ahora aprietan a los ganaderos, los supermercados venderán los productos lácteos a los consumidores a precios de Frankfurt y la Administración tendrá que mirar para otro lado porque habrá perdido el empleo de 12.000 granjas, de la industria láctea y los consumidores serán más pobres porque tendrán que comprar leche a 90 céntimos y 5.000 kilómetros a sus espaldas. ¿Qué más hace falta?