El Observatorio Europeo del sector lácteo de este mes ha vuelto a confirmar algo que todos sabíamos; el precio de los productos lácteos en el viejo continente sigue disparado. La mantequilla ha subido un 5% y la leche en polvo un 5,8%. Lo que ocurre en el viejo continente no deja de ser una traslación de lo que desde hace tiempo viene diciendo cada quince días la subasta GDT de Fonterra a nivel mundial. 

El mercado de los cereales también está experimentando importantes subidas en el mundo y en España, lo que está repercutiendo directamente en un espectacular aumento de los costes de producción de las granjas de leche. 

Si los precios de los productos con los que se produce la leche en las explotaciones ganaderas sube y los precios de los productos que se derivan de esa misma leche también suben lo lógico sería que lo que recibe el ganadero también subiera. 

La respuesta al planteamiento anterior, sin embargo, es que las industrias lácteas y la distribución en nuestro país fuerzan estos días a los ganaderos a la firma de contratos a la baja o repitiendo precio con respecto al año pasado. Que me lo expliquen. 

Por si todo esto fuera poco se produce la paradoja de que algunas industrias, aunque sea de forma minoritaria, si que están subiendo los precios pagados a los ganaderos. Esa subida, aunque sea mínima, demuestra que poder se puede y que otra cosa es que se quiera. 

La exigencia de opas y cooperativas para que se reúna la Mesa Láctea no puede quedarse en una foto para la prensa sino que la Administración tiene que actuar de una vez por todas. El mercado, la lógica y la Ley dicen que la situación actual es un sinsentido al que hay que poner freno.