Los datos sobre producción y precios en España, en Europa y en el mundo hacen aún más necesaria la propuesta que Agaprol OPL lleva impulsando desde hace semanas con respecto al sector lácteo en España “El sector necesita estabilidad y responsabilidad”. El precio de la leche en nuestro país no puede bajar o lo pagaremos todos.
Las cifras en los mercados internacionales comienzan a revertir la tendencia vivida desde la primavera o o cuando menos suavizan las bajadas. Ejemplos claros on las subidas de la cotización de la mantequilla o la recuperación de los mercados asiáticos con Fonterra Global Dairy Trade a la cabeza. Por si esto fuera poco o, más bien, el origen de todo ello es la caída de producción que durante los últimos meses están viviendo países como Francia o el conjunto de la Unión Europea que podría terminar el año repitiendo en cantidad de toneladas entregadas después de más de un año y medio de continuos crecimientos.
Los precios de Friesland Campina también han virado en la última propuesta de precio garantizado para el mes de noviembre los mercados de futuro junto a los analistas internacionales vaticinan una mejoría en los precios para los próximos meses a la vez que claman que “lo peor de la crisis láctea” ya ha pasado. Todo esto sin mirar a China y su potencial capacidad de compra por mucho que en los últimos tiempos nos empeñemos en alabar su enorme capacidad de crecimiento productivo sin reparar en que ese país lleva años intentando satisfacer sin éxito sus necesidades de consumo.
Todo esto sirve para los mercados internacionales pero es que en España la producción todavía ha caído y caerá más que en el resto de Europa. Por todo esto si fuera poco, la presencia del famoso mosquito que provoca la Enfermedad Hemorrágica Epizoótica parece que no va a desaparecer en invierno.
Así las cosas parece que en España la entrada de quesos baratos del norte de Europa comenzará a resentirse y entonces nos daremos cuenta de la poca leche que producimos y tendremos claro, una vez más, que somos un país deficitario que no sólo puede sino que tiene que cuidar a sus sector productivo y, por qué no, a sus empresas transformadoras.
Algunas de esas industrias lácteas parecen haberse dado cuenta ya de que no puede seguir ahogando a la gallina de los huevos de oro pero, mientras tanto, otras pretenden seguir haciendo caja a costa de los ganaderos.
El engaño puede aguantar un tiempo pero el golpe contra la cruda realidad sólo es cuestión de tiempo. Hace falta estabilidad, responsabilidad y, por supuesto, sentido común.