La industria láctea de este país ha decidido hacerse trampas al solitario. Curiosamente, por no decir sospechosamente, todas han decidido hacer llegar sus ofertas a los ganaderos justo una semana antes de que venzan los contratos que actualmente tienen suscritos a un precio medio de 599 euros por tonelada según el FEGA. También curiosamente y por no decir sospechosamente, han coincidido en proponer una rebaja de más del 10%. Por si estas curiosidades y sospechas no fueran suficientes están amenazando a los ganaderos con que o aceptan estas condiciones sin negociar o dejan de recoger la leche. 

Las sospechas y las curiosidades no son mas que eso porque la encargada de confirmar o desmentir todo es la Administración que, por cierto, ya debería estar actuando de oficio. Aquí también hay sospechas y curiosidades porque a nadie se le escapa que dejar que las industrias arruinen ahora a los ganaderos supondría bajar el precio de la leche en los lineales y que la inflación se viera relajada en este alimento básico de esa cesta de la compra a la que desde el Gobierno pretenden poner tope por las buenas o por las malas. Todos deben pensar que si esa relajación se hace a costa del sector primario a nadie le importará porque la leche sale de un surtidor que tienen en la trastienda las grandes cadenas de distribución y que los ganaderos realmente sólo pasean por el campo con sus vacas como en los anuncios de la televisión. 

Que el precio al final sea uno o sea otro nadie lo sabe porque la ley no lo fija pero lo que sí está claro es que antes de eso hay que negociar y que nadie puede dejar de recoger la leche a los ganaderos con un previo aviso de una semana. 

Industrias y distribución, con la anuencia y el impulso del Gobierno, pretenden dejar pasar el tiempo para que una vez pasadas esas dramáticas 48 horas de las que los ganaderos disponen antes de tener que tirar su leche todos se callen y firmen lo que les ofrezcan. 

Todos deben saber que lo que están haciendo es indecente y saben que en caso de confirmarse su ilegalidad eso será dentro de varios años y, entonces, ya poco importará. 

Curiosidades, sospechas e ilegalidades a parte lo que está claro es que si el precio de la leche no se mantiene en el entorno de los 600 euros por tonelada, en el mes de septiembre todos se acordarán de lo que están haciendo ahora. 

Si la leche baja y las industrias no ofrecen un marco estable, en septiembre los precios se dispararán y habrá desabastecimiento porque los ganaderos se retirarán o sacrificarán vacas. Cuando no haya leche las industrias tendrán que ir a Mercadona a Carrefour o al ministro Planas a pedir dinero para mantener abiertas sus fábricas sin nada que transformar en ellas.