La batalla está servida. Industria y distribución han decidido dejarse de paños calientes y se han puesto manos a la obra para ver quién es más responsable de la crisis que atraviesa el sector del vacuno de leche y que, como siempre, pagan los ganaderos.

La industria afirma que la distribución está vendiendo la leche a pérdidas en los lineales, nada más y nada menos, que siete céntimos por debajo de lo que les cuesta. Mientras tanto, la distribución asegura que ellos no son los que compran la leche a los ganaderos y que nada tienen que decir al respecto de la ruina que atraviesan el vacuno de leche. 

Mientras aparentan tirarse piedras en las mesas de los despachos del Ministerio, los de siempre se reúnen para buscar una salida. Ni la Ley ni el mercado respaldan las posturas de industrias y distribución que no por acostumbrados deben entender que lo que hacen esté bien hecho. La tradición en este caso no es sinónimo de corrección. Ni las últimas sentencias en su contra, ni haber dejado al sector primario de este país en la crisis más absoluta parecen buenas disculpas para que unos y otros vengan ahora a rasgarse las vestiduras. 

La publicación del estudio de costes de producción no es más que un hito en el camino de la demostración de que lo que decían los ganaderos y las organizaciones de productores que les representan es una verdad como un templo. 

Ahora volverán a gastar ingentes cantidades de dinero en convencer a los consumidores de que la subida del precio de la leche es culpa de los ganaderos y que ellos llevaban años haciendo lo que hacían por su “compromiso social”. 

En las campañas de comunicación no verán ustedes las cuentas de resultados de quienes se presentan mas como buenos samaritanos que como empresarios con todo su derecho a obtener beneficios. Mientras tanto intentarán sacar un nuevo beneficio en forma de responsabilidad social y que la factura esta vez la paguen los consumidores. 

La clave a lo mejor no estaba en el estudio de costes de producción sino en que han visto que si seguían exprimiendo a las granjas hasta que cerraran dentro de poco tendrían que ir a Alemania a comprar la leche. Allí no la iban a conseguir ni barata ni con su pretendido compromiso de sostenibilidad que en realidad sólo servía para no perder cuota de mercado a base de usar la leche que esquilmaban a los ganaderos como producto gancho de su negocio