La mayor parte de las cadenas de distribución han subido el precio de la leche en los lineales durante la primera semana de septiembre. El aumento de precio es claramente insuficiente si de ahí es de donde tiene que salir la cantidad final que permita pagar a los ganaderos sus costes de producción. Los tres céntimos no valen pero, al menos, se ha visto cómo es posible que con la unidad del sector, la normativa y el sentido común los todopoderosos supermercados cedan. 

Las movilizaciones de miles de ganaderos a lo largo de todo el territorio se han celebrado fundamentalmente a las puertas de supermercados y grandes superficies porque todos sabemos que si no se rompe ese techo de cristal la  ganadería de este país está abocada al cierre. A esto también hay que sumar que para lograr un minuto en los medios de comunicación y en la conciencia de los consumidores de poco vale ir a manifestarse a un polígono industrial ante una factoría que en su fachada luce un nombre que, en la mayoría de los casos, dice poco o nada al ciudadano de a pie. 

La distribución -sea por lavado de cara o por decisión propia- ha movido ficha pero no podemos olvidar que ningún ganadero tiene contratos con esas cadenas de distribución que efectivamente bloquean los precios desde arriba a su antojo utilizando la leche como un mero producto de reclamo para sus clientes. 

La verdadera repercusión de la subida del precio de los lineales sigue estando en manos de las industrias lácteas que son con las que realmente se suscriben los contratos lácteos. En este sentido las industrias dependientes de Mercadona se han visto obligadas a dar el paso adelante de subir los precios a sus ganaderos y aunque, tímidamente, han empezado a repercutir la subida. 

El resto de industrias lácteas con Lactalis a la cabeza ya no tienen disculpa para decir que si Mercadona no se mueve ellos tampoco pueden hacerlo. La multinacional gala sigue sin avenirse a renegociar los contratos con los ganaderos y eso pese a que es la que mayor recogida de leche tiene en toda España y la que peor paga. 

Se acabó el tiempo de las disculpas para la industria. Ya no valdrá que la patronal láctea FENIL vuelva a cargar contra la distribución en exclusiva, ellos son tan responsables como los supermercados y, además, en su mano y sólo en su mano  está que la subida llegue a los ganaderos.