El año pasado por estas fechas la producción láctea se vio lastrada por la falta de rentabilidad de las explotaciones, los costes de producción y un verano que redujo considerablemente las entregas de leche cruda. Ese combinado junto a los problemas de relevo generacional provocaron un nivel de desabastecimiento suficiente como para que los precios se dispararan por encima de los 600 euros por tonelada después de más de dos décadas encallados en niveles inaceptables. Entonces y sólo entonces la industria láctea tuvo a bien atender las demandas de los ganaderos. No lo hicieron por mantener con vida granjas y explotaciones sino por el temor cierto a quedarse sin leche y que sus fábricas tuvieran que cerrar o perder sus contratos con la gran distribución 

Este año las industrias láctea amenazan con llevar al sector a una situación similar a base de nuevas bajadas de precios. Los ganaderos no están igual de hartos que el año pasado, ahora lo están mucho más. Inestabilidad, inseguridad y mucho trabajo son claves a la hora de entender porque la producción láctea en nuestro país se resiente incluso más allá del precio puntual que el FEGA publica mes tras mes. 

La industria láctea con la FeNIL y sus declaraciones fuera de lugar a la cabeza deberían mirar atrás y repasar lo que su actitud provocó hace menos de un año. Si quieren provocar un enfrentamiento entre las propias industrias lácteas que provoque especulación y el cierre de alguna de ellas van por el buen camino. 

O las industrias entienden que asfixiar el ganadero no es la solución exclusiva a sus cuentas de resultados o pronto todos diremos aquello de “te lo dije”. 

En el campo se dice que parece mentira pero las industrias “no han aprendido la lección” del año pasado y siguen empeñados en “matar a la gallina de los huevos de oro”. Puede que los industriales y los CEOs de las grandes compañías prefieran que alguien les hable del “know how”, el “expertice” o cualquier anglicismo de esos que plagan sus campañas publicitarias y sus cuentas de resultados pero el efecto es el mismo; si siguen apretando nos terminarán ahogando a todos. 

Estabilidad y responsabilidad en un mercado deficitario como el español quiere decir proteger un bien escaso como es la leche. Estabilidad es poder convencer a la siguiente generación que se puede vivir de la ganadería y responsabilidad es considerar que los beneficios millonarios no pueden basarse en lo mal que les vaya a los que están a mi alrededor. Algún día, esperamos que no demasiado tarde, las industrias lácteas entenderán que no basta con “dejar vivir” a los ganaderos.