Si en enero cerraron 90 granjas con el precio de la leche a 0,599 ¿qué es lo que esperan la industria y la distribución del sector si no mantiene la subida de precios y la mejora de cara a los próximos meses?La respuesta es clara, más cierres, más sacrificio de animales y menor producción. 

Esa es la radiografía cierta de lo que está ocurriendo en el vacuno de leche en España pero es que, además, es la señal inequívoca de que quedarse con las fábricas paradas y los lineales vacíos es algo que está a la vuelta de la esquina. 

De poco están sirviendo las declaraciones políticas que estos días desde el Gobierno central y diferentes autonomías se están haciendo en aras de un objetivo electoral que no de responsabilidad y visión de futuro mas allá del paso por las urnas del mes de mayo.

Hablar de la necesidad de bajar el precio de los alimentos es en el caso de la leche lo mismo que decir que llevan décadas viviendo en otro planeta. Los ganaderos son apenas 11.000 familias y aunque la actividad económica que hay su alrededor es descomunal, nadie parece darse cuenta de que España tiene un precio de la leche que no concuerda con la realidad. El precio de la leche ha subido mucho en los lineales durante el último año pero es que llevaba tres décadas sin moverse ni ajustarse mínimamente al IPC. Por si esto fuera poco, basta mirar a nuestro alrededor y ver cómo el litro de leche en el marco europeo registra un Precio de Venta al Público de 1,51 euros de media. A España todavía le faltan 57 céntimos para aproximarse a esos datos. Hacer creer a los consumidores españoles que los ganaderos de este país pueden producir mas barato que sus colegas europeos es simplemente un engaño. Las materias primas con las  que se alimenta a los animales son las mismas que en el resto del mundo y a los mismo precios. Las condiciones legales para producir en España no son sólo las que marca Europa sino que son mucho mas exigentes por una decisión del mismo Gobierno que ahora dice que hay que bajar el precio. 

El precio en 2023 tiene que superar los 600 euro por tonelada por una simple razón, al ganadero que no le quede para vivir después de pagar las facturas seguirá sacrificando vacas y, entonces, las fábricas tendrán que cerrar porque no tendrán leche para transformar o bien saldrán al campo a especular con el precio de la leche para que la distribución pueda seguir vendiendo, eso sí, a precios desorbitados para los consumidores. 

No hace falta que administración, industria y distribución ayuden a los ganaderos, simplemente deben mirar ahí fuera y ver lo que ocurre con la vista puesta más allá de la primavera.