El vacuno de leche vive estas semanas inmerso en un proceso de negociación de contratos que determinará lo que puede ser su ser o no ser en el futuro inmediato. La subida de precios registrada durante los últimos meses ha estado provocada, sobre todo, por el alza de las materias primas necesarias para la producción, por la elevada tasa de inflación general y por la reducción en la oferta.

El año 2023 arranca con una situación estabilizada hasta la primavera cuando, a expensas de los niveles de producción, ganaderos e industrias volverán a mirar el precio en los lineales de los supermercados y atisbarán, por fin, si distribución y consumidores se han dado cuenta de verdad de lo que está ocurriendo con la leche en este país. 

Las estadísticas pueden interpretarse de muchas maneras pero si el foco se aleja y se observa la evolución del sector durante el último lustro las interpretaciones son más bien pocas. El declive es manifiesto y ni los precios actuales serán capaces de aliviar un problema que se traducirá en falta de seguridad y soberanía alimentarias. 

En España cada día hay menos vacas, menos novillas, menos producción y menos ganaderos. Eso es lo que dejan claros los datos nada cuestionables que proporciona mensualmente el ministerio de Agricultura. 

En nuestro país se han perdido mas de 70.000 vacas y 8.000 novillas durante los últimos cinco años. Esto supone un descenso del 8,2% en los animales en edad de producir y, pese a la mejora genética y de manejo, una importante reducción en la producción total. 

Este descenso viene acompañado, cómo no, por la desaparición de casi 4.000 explotaciones que han dejado de entregar leche durante el mismo periodo. 

Con estas mimbres, sin embargo, el Gobierno se empeña en ser líder europeo en las limitaciones a la producción en nuestro país. Las industrias, por su parte, reniegan de dar un respiro a un sector que en 2022 y pese a las últimas subidas de precio cerró el año con un precio medio FEGA por debajo de los costes de producción de ese año. 

Sin vacas ni ganaderos es imposible que haya leche disponible. La expectativas de mantenimiento de explotaciones en el medio rural son ya de por si complejas pero si, además, no se ven un atisbo de rentabilidad a la vista pronto no quedará ni un sólo ganadero a seguir trabajando por “amor al arte”. 

El futuro está a la vuelta de la esquina. Todos podemos querer un espacio de bienestar animal y sostenibilidad ambiental pero hemos de ser conscientes de que con lo que estamos jugando es con ser o no ser. El resto son cuentos chinos.